Espejo vive cada año su Semana Santa con mayor boato y esplendor. Al esfuerzo de hermandades y cofradías, y al altruismo del espejeño, debe esta religiosa manifestación – que arranca en los comedios del siglo XVI – haber alcanzado cotas de suntuosidad y magnificencia. Se trata del exponente más conspicuo de la religiosidad popular de nuestra maravillosa Atalaya de la Campiña, donde, por primavera, sus hijos se transmutan en penitentes, henchidos de fe y tradición.
Cinco hermandades y cofradías – N.P. Jesús de la Salud en su Entrada Triunfal, Estrella y San Bartolomé; Cautivo y Esperanza; Cristo del Amor y Ntra. Sra. De la Amargura; Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores; Soledad y Santo Entierro y Resucitado, Rocío y Gloria – perladas de suspiros irreprimibles y sollozos, transitan por entre un complejo trazado de calles ascendentes que se encumbran azuladas hacia un castillo agazapado bajo la cúpula del cielo.
Imágenes benditas, bañadas de sol y luna, extasían a sus gentes y enaltecen su espíritu. Lágrimas irrefrenables manan con el fragor de cornetas y tambores; o cuando las marchas procesionales dan paso a las notas solemnes del Miserere – Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam -y Stabat Mater, que la capilla de Jesús interpreta sabiamente. SALUD y PAZ, en tiempos convulsos, imploran suplicantes los corazones de esta admirada e inigualable capilla musical… Pero también, los corazones de quienes escuchan sus voces con éxtasis y embeleso.
Y de vez en vez, la saeta, «quejíos» que hienden el aire y claman. A mi mente, el lamento de aquel zapatero apodado «El Republicano», que, encandilado y extático, contempla el noble rostro de Jesús y le implora: «Los pasos por tu carrera/ Se derrama el sentimiento/ Y tiembla hasta el firmamento/ Padre Jesús Nazareno/ Tú que eres Dios y eres bueno/ Dale a la gente tu aliento/ Que de hambre no se muera». Era un mal año…
Mientras, asomado a las altas almenas de la antigua fortaleza, el Padre contempla nuestro pueblo – «diamante derramado en el cuerpo feraz de la Campiña» – acompañando al Hijo en los inclementes momentos de la Pasión… Y lo bendice.
En tanto que fieles pesarosos, consternados y abatidos, esperan anhelantes el momento de glorificar al Hijo de Dios, triunfante, en su anunciada Resurrección.
Esa es la Semana Santa… Nuestra Semana Santa. ¡SEMANA SANTA EN ESPEJO!
MIGUEL VENTURA GRACIA (Cronista Oficial de Espejo. Cofrade)