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Pozo Mármol

El agua está intrínsecamente ligada al desarrollo humano, sin ella la vida no es posible. Por ello desde tiempos inmemoriales los diversos pueblos han tratado de estar cerca del preciado recurso. Su falta, ha aguzado el ingenio de numerosas generaciones para buscarla y obtenerla, su presencia ha incidido en la lucha por dominarla y usarla a conveniencia de las sociedades.

Históricamente, Espejo ha contado con un amplio rosario de fuentes y pozos artesianos tanto en el interior como en los alrededores de su casco urbano junto a otros diseminados por el resto del término municipal.

Unos y otros han cumplido un impagable servicio a la población espejeña, ayuna de una red mínima de aguas potables hasta bien entrado el siglo XX. Algunos de estos manantiales han surtido de agua potable al espejeño y servido de lavadero público o abrevadero para el ganado y animales de labor.

En el casco urbano de Espejo se localizan el Pozo Mármol, de agua no potable, y el de San Roque, así denominado en recuerdo de la antigua ermita de tal advocación que existió junto a él hasta los comienzos del siglo XVIII.

En el interior de la población también fueron celebradas las aguas del desaparecido “Pocillo” o Pozo de San José, en la calle del mismo nombre, frente a un antiguo lavadero público, también desaparecido.

Asimismo, perviven el Pilar Salado y la Fuente Nueva, donde aún brotan aguas insalubres, utilizados de lavadero y abrevadero hasta época no excesivamente lejana. Camino del cementerio, se abre otro pozo, de gran capacidad, cuyas aguas sirvieron exclusivamente para uso doméstico, básicamente como lavadero.

En la margen derecha de la N-432, en dirección a Castro del Río, a unos cien metros de la población, se halla el pozo de Los Olivares, recientemente clausurado dada la escasa calidad de sus aguas, el cual prestó un servicio básicamente doméstico a la población espejeña.

Por otra parte, en la antigua vereda que cruza el paraje de Casalillas, se localiza el pozo del mismo nombre cuyas aguas han saciado cumplidamente la sed del espejeño. Otro pozo, junto al asiento del cortijo, se ha utilizado solamente para uso del mismo. A unos 5 km. en dirección a Nueva Carteya, encontramos el rico manantial de la Mina, de aguas potables canalizadas a comienzos de los años cincuenta del pasado siglo para solucionar la grave dificultad ante la gran escasez de tan preciado líquido.

Los demás pozos responden a los nombres de Pozo Ancho, La Poza, El Pozuelo, Chinchilla Eraschinchilla, El Espino, Tumbabueyes, Larios, Retamar, Ventigena, Granaíllo, Pacheco, Utrilla, con agua de buena calidad, Pozo Ortiz y el más alejado el de La Alcubilla, en la Huerta de Alguacil, de agua potable, que surtía a la población hortelana, diseminada por sus alrededores.

En el paraje de Bañuelos se localizan tres pozos, dos en Bañuelos Bajo y otro, en el Alto, cuyo uso ha quedado siempre restringido a las necesidades del cortijo. Por último, aunque tan sólo en el recuerdo, el Pozo Nuevo, en la bifurcación del camino de El Aljibe, al regreso del manantial del mimo nombre.

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