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El Borbollón

A 4 kilómetros de la población, por la carretera que une Espejo y Nueva Carteya, perfectamente señalizado, se encuentra el parque Periurbano El Borbollón. Rodeado de olivares y la existencia de manantiales de agua potable, este paraje ha sido dotado con todos los medios necesarios para disfrutar de una jornada de convivencia en plena naturaleza.

Desde época prehistórica este enclave ha sido un lugar de asentamiento humano. Restos líticos, sobre todo hachas de piedra pulimentada, lo atestiguan. Un lugar atractivo y privilegiado que el espejeño ha sabido escoger para la celebración de festejos como la Romería en honor a San Isidro Labrador.

Años atrás nos hallábamos ante uno de los manantiales más caudalosos de toda la provincia, su abundante caudal no se secaba nunca y sus cuatro caños vertían de continuo un enorme golpe de agua.

El manantial del Borbollón ha abastecido al pueblo durante varias décadas, hasta que desde hace unos años la población espejeña se surte de las aguas del pantano de Iznájar.

Cuenta el conjunto arquitectónico con un extenso frontón de factura barroca. De la parte inferior de su cara norte salen tres gruesos caños circulares, repartidos dos en los extremos y uno en el centro, y además hay un cuarto caño que sale de la cara sur, en el extremo oriental del frontón y que vierte a una arqueta trasera. Los tres caños frontales caen en un pilar de planta rectangular, con los lados menores redondeados, que está edificado en mampostería y enlucido y cuyas dimensiones alcanzan los 8 x 1.50 m. y 35 cm. de altura desde el nivel del pavimento actual, sin duda muy recrecido respecto a lo que debió ser el original de la fuente. La evacuación del agua sobrante se realiza por medio de un rebaje ubicado en el extremo oeste que da sobre una arqueta y, de ahí, directamente al cauce situado en el costado occidental de la fuente que da origen al denominado arroyo del Borbollón, formado por las aguas de este manantial.

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