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Un balcón a la campiña

Espejo hunde sus raíces en las páginas más profundas de nuestra historia. El antecedente más remoto conocido de la población actual es Ucubi, ciudad ibero–turdetana a la que Julio César, tras la contienda civil, en el año 45 a.C., le concede la categoría de colonia romana con el nombre de Colonia Claritas Iulia Ucubi. En este solar tuvieron sus ancestros los ascendientes del emperador Marco Aurelio, pues su abuelo Marcus Annius Verus, que fue tres veces cónsul en Roma, era oriundo de aquella población.

Tras el dominio visigodo, muda Ucubi su nombre por el de Alcalat, topónimo árabe alusivo a la fortaleza que coronaba este asentamiento bajo el poder musulmán. Este segundo nombre deriva de Kaláa, o sea, fortaleza de gran importancia donde solían residir los jefes militares. Con el tiempo el lugar queda despoblado y convertido en una heredad particular, que hacia 1260 pertenecía a los Castro. En ella existían unas torres derruidas conocidas como Torres de Pay Arias, a partir de las cuales se levanta el castillo actual. La erección de esta fortaleza constituye el primer peldaño de un muy bien calculado plan de señorialización de esta zona de la Campiña cordobesa por parte de Pay Arias de Castro, caballero frontero avezado en las luchas fronterizas entre musulmanes y cristianos.

La presencia del castillo juega un papel importante en la defensa de sus tierras particulares, pero también en la defensa del Reino, por lo que Pay Arias espera y consigue ser recompensado. Así, el 12 de enero de 1303, en Benavente (Zamora), el monarca castellano Fernando IV otorga a sus moradores medios de subsistencia «para que el castillo […] fuera mejor poblado», y además, el privilegio de poder andar libremente por todo el reino y pastar y gozar de cuantos aprovechamientos precisaran para su conservación. Dos días más tarde, también desde Benavente, el rey concede a Pay Arias de Castro merced para repoblar aquel lugar, y franquezas a sus pobladores. Asimismo, por voluntad real, la antigua Alcalat pasará a denominarse Espeio: «…y porque el su castiello a que solían desir ALCALA a quien nos tovimos por bien mudar el nombre y quel digan ESPEIO». A la sombra y amparo del castillo, del que toma su nombre, nacería el poblado, lugar y luego villa de Espejo, denominación que deriva de Specula en su significado de atalaya, torre vigía o lugar de observación. Y así lo ensalza el poeta Manuel Gahete: «… [Espejo] lugar de expectación, cúspide, cresta, cumbre a quebrar, pináculo de las altas cavernas del espíritu […] destello de un cristal delicuescente, que nos permite descubrir su esencia en múltiples códices de olivares y vientos».

Un paseo por el pueblo hará comprobar al visitante cómo la topografía y origen medieval ha condicionado su urbanismo. En su recorrido encontrará calles angostas y empinadas, plazuelas íntimas, miradores que dominan la Campiña y ensanchan el espíritu… Pero retomemos su historia.

Tras la extinción de la saga de los Pay Arias, la titularidad del señorío pasaría a ramas colaterales hasta su vinculación definitiva al linaje de la Casa de los Alcaides de los Donceles –posteriormente marqueses de Comares– bajo cuya jurisdicción vive la villa el resto de la Baja Edad Media.

Dos hechos significativos podemos entresacar de esta época. Uno, la ayuda que en la primavera de 1333 la villa cercana de Castro del Río recibe del castillo de Espejo, de donde parte Martín Alfonso, futuro señor de Montemayor, al frente de 60 caballeros y unos pocos peones cuya presencia en la vecina villa del Guadajoz fue decisiva para que Muhammad IV levantara el asedio a que la tenía sometida y se retirara camino de Cabra. Mientras –según cita la crónica y recoge el medievalista Manuel Nieto Cumplido– «quedó el lugar de Castro por los cristianos». Relevante fue asimismo el papel estratégico que juega la villa durante la guerra civil entre el monarca Enrique IV y el infante D. Alfonso (1465–1468), así como en los diversos enfrentamientos entre ambas facciones de la nobleza cordobesa hasta los primeros años del reinado de los Reyes Católicos.

A partir de las últimas décadas del siglo XVII, el marquesado de Comares se une a la casa de Medinaceli, convirtiéndose desde entonces en dueña de la villa y rectora de sus destinos a lo largo de la Edad Moderna.

El proceso desamortizador que se inicia en la primera mitad del siglo XIX, no afecta, o afecta muy poco, a la villa de Espejo, perpetuándose la propiedad de la tierra en manos de la nobleza lo- cal. No es de extrañar, por consiguiente, que con el paso del tiempo tuviera lugar el florecimiento de organizaciones obreras, de obediencia anarquista, convirtiéndose esta población en uno de los focos más dinámicos del movimiento campesino campiñés.

En 1947 –luego de la tragedia de la guerra civil– se lleva a cabo un proceso de expropiación forzosa, parcelación y reparto de tierras. Este hecho introduce una dinámica nueva en la distribución de la propiedad agraria, de cuyos resultados hoy se beneficia gran parte de sus gentes.

Galería de fotos
Escultura femenina acéfala hallada en el casco urbano de Espejo
Estatua de emperador romano hallada en Espejo en 1938
Restos de fortificación de época ibérica. Cerro de la Pontanilla
Documento referente a Pay Arias
Restos de fortificación de época ibérica. Cerro de la Pontanilla
Hacha de piedra pulimentada, de unos 10 cm encontrada en el Borbollón
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